Las calderas de biomasa funcionan convirtiendo materiales orgánicos (por ejemplo, desechos agrícolas, madera) en calor a través de la combustión o gasificación. Con raíces en siglos de uso sostenible de combustible, han evolucionado desde sistemas tradicionales de calefacción hasta sistemas avanzados de bajas emisiones impulsados por objetivos de sostenibilidad.

A diferencia del carbón, los combustibles fósiles o el petróleo, que liberan carbono heredado y contaminantes, la biomasa es 'carbono-neutral' (reciclando CO2 absorbido por las plantas), reduce las emisiones de NOx/SOx en un 50-80%, y utiliza materias primas de desecho, reduciendo la dependencia de combustibles finitos. Esto las convierte en una alternativa más limpia y rentable para las industrias que buscan descarbonizar mientras optimizan la eficiencia energética.